Isles consiste en una coreografía multimedia con proyección de video y lectura de extractos de la novela De Ciervos y Mariposas. Con los personajes principales, crearemos una coreografía tomando la novela como partitura.
Además, los personajes leerán relatos propios estableciendo nuevos cruces a aquello establecido en la novela. Paralelamente, el video incorporará otro tipo de materiales, tanto documentales como de ficción, los cuales incluyen relatos de personas cuyas historias fueron referencia para escribir la novela, proponiendo nuevos y cruces y diálogos, y desarrollos en la trama.
Dado que las islas y los arroyos de las islas son territorios móviles, es que concibo una pieza que circula de un medio a otro, expandiéndose, rehaciéndose, disolviéndose, con nuevos personajes, o personajes que se transforman, escenarios multidimensionales, tramas alternas, recorridos con entradas múltiples.
Hace algunos años, en el contexto del programa de posgrado en Escritura Creativa Bilingüe de la Universidad de Texas en El Paso, escribí esta novela.
Desde el desierto cihauhuaense, desde el río seco de Río Grande que separa a México de los Estados Unidos, esta novela-guión sueña el mundo de las islas del Delta del Paraná y de la zona del Canal de San Fernando inicialmente a través de tres personajes: un isleño con hábitos de ciervo, un oficial de la prefectura con preguntas existenciales sobre el paisaje y Rosa, una muchacha con fantásticas capacidades engendradoras de seres híbridos que empiezan a habitar las islas.
En ese momento, escribí paralelamente la novela y el guión. Y no resultó ser ni una cosa ni la otra, con el tiempo, ambos se transformaron en una partitura que puede interpretarse de diferentes maneras: como nuevos escritos, videos, perfomances, puestas en escena y en cámara de secuencias del guión, instalación de objetos, testimonios orales, series fotográficas, etc. La obra de dos caras, que ahora llamo de guión expandido, tiene varias formas de interpretación y de exhibición.
Hablo de guión expandido porque, por un lado, el guión puede interpretarse de diversas maneras: por supuesto como una película, pero también como otro guión, una serie fotográfica, un performance, una instalación en video, y este guión puede ser fragmentado y no exige ser interpretado en su totalidad.
Por otro lado, rompo la cadena de guión, producción, edición, para escribir un guión, producir y editar al mismo tiempo, de hecho la grabación y la edición empujan la escritura del guión. Esto también desmantela los esquemas clásicos de producción en los que el guión ya está resuelto, los tiempos de producción son continuos, hay una coherencia en la historia, personajes y escenarios, y otros elementos también cambian con esta lógica.
A Rosa, Martinez y Suárez, se les agrega la vecina de Suárez que vive del otro lado del rio y la escritora, quienes se incorporarán a la coreografía para desentrañar el misterio de unos seres monstruosos que recorren las islas.
Con la danza, la lectura, los videos y el performance en escena, los personajes buscarán saber de dónde vienen estos seres híbridos, qué hacen, para qué recorren las islas, quiénes son, cómo se revelan, cuál es su relación con los humanos y los animales, cuál es la relación de ellos con estos seres. Es un mundo narrativo, si se quiere, mas que una historia.
En un momento, la presentación se abrirá a los espectadores quienes participarán, en el marco de un taller de guión, para crear una posible historia que una las secuencias expuestas.
De esta manera, el proceso de creación es parte de la obra que, además, se abre al público para ser completada o desviada de su curso.
Derrumbado sobre la cama, Suárez era una planicie nostálgica de historia. Rosa deslizó su mano sobre la espalda de la criatura y adivinó las marcas del animal: unos hundimientos de color canela, rugosos al tacto y sin olor. Con el dedo, Rosa trazó una línea y después otra que salía de la anterior y una tercera de ésta, así siguió hasta completar una réplica en dos planos del mundo tridimensional de las huampas. Como si la película se hubiese desprendido del proyector para probar la realidad, el artificio montado por la mujer en el cuarto consumó su hechizo y, recuperando al ciervo, Suárez se levantó. Con la satisfacción propia de una madre que brinda una segunda oportunidad de vida a un hijo, Rosa lo contempló caminar entre los desperdicios al muelle, subir a la lancha y alejarse por la costa.
En su cuaderno, Rosa dibujó un personaje que tanto enhebraba anzuelos desde complicados diseños de piernas, tronco y brazos, como limpiaba el pescado desparramando las escamas sobre el muelle, se lavaba los brazos lanzando chorros de agua al aire y hundía las manos en el río sin un propósito claro.
Martínez se acomodó sobre el colchón con una multitud de ilusiones y suspiró soltando una por la nariz: caminaba hacia el río que se había cristalizado como plástico, cada pisada creaba sucesivas siluetas de una única mujer con una tricotita y una pollera de lana hasta las rodillas. Sin tocarlo, el viento ondeaba su pelo creando una irrealidad similar a la que se encuentra en las vidrieras de los negocios del Canal. Cuando el pelo rozó la cara del hombre, la mujer giró. No tenía rostro pero no porque le faltase. Su boca invisible se abrió en una sonrisa y sus manos lo empujaron hacia abajo. Las rodillas de Martínez tocaron el suelo y su cara ocupó el abdomen vacío de la mujer. El viento, como una lengua, acarició su boca, bajó por la garganta, e infló su abdomen llenando el hueco. De los pezones de la mujer goteó leche y esta nueva criatura nacida en la costa la bebió.
Una noche, ondeando los dedos cubiertos de anillos, dos mujeres de cabello blanco y largo, la una gemela de la otra, entraron por la ventana del cuarto que Patricia compartía con sus hermanos. Cuchicheaban y se reían abriendo sus bocas como peces separados del agua, sus voces se perdían en prolongadas buenaventuranzas para la pequeña virgen que el hijo del señor pronto tocaría. De los ojos de las mujeres cayó un llanto que mojó los pies de la nena. Las lágrimas se transformaron en piedras que Patricia encontró al despertarse. Las nombró: rutsa, vatone, patache, yrazja, mijiri, opacote; creía que un temporal las había arrastrado desde un reino lejano y primordial, donde personas, casas, calles, plantas y animales eran de ese material suave al tacto y sin sabor, al delta donde perdieron toda forma y sólo conservaban el nombre que ella pronunciaba. Las palabras encendieron la chispa de un cataclismo y en un instante prolongado por una canción de dos notas que salía de las piedras Patricia se tornó gris. El sol pegaba sobre la chica estirada como fideo sobre el piso de la galería de la casa del arroyo Negro cuando Suárez la encontró rodeada de piedras. La tocó pero ella no se movió, tampoco soltó las manos impartiendo órdenes. A Suárez le entristeció el silencio porque ya se había acostumbrado a las palabras de la chica. El montón de deseos guardados en el cielo, lo que el paraguayo trató de explicarle a don Julián, cayó sobre Suárez. Con su sombra, un sauce encerró los cuerpos convirtiéndolos en un texto cerrado. El hombre rozó con su boca los labios pequeñitos pero la nena no se movió. Como una lombriz convocada por la muerte, el dedo de Suárez hurgó entre las piernas de la chica hasta encontrar el orificio por donde goteaba una agüita blanca que tocó con la punta de la lengua. Era salada y lamió toda la agüita que el cuerpo escupía, la lengua se empecinó en un recorrido por los rincones húmedos de esa fruta aun verde. La chica soltó un suspiro que cayó al río, un pez se lo tragó. Ilusionado con su despertar, Suárez lanzó una línea al río... observó la boyita subir y bajar… el tirón suave tensó la cuerda… su estremecimiento recortaba arbitrariamente el río… Suárez controlaba la línea… la impulsaba hacia la derecha… la elevaba... Imprimió a la línea una fuerza mínima para engañar al pez, era una boguita. ¡Cómo se movía de lindo en el agua! Así se la aprecia mejor, justo antes de sacarla. Tirando de la línea, guiaba sus movimientos, el prólogo al protocolo de la muerte: quitarla del anzuelo, rasparle las escamas, abrirla, arrancarle los intestinos, arrojarlos al río. El tirón final dibujó una línea quebrada en el aire que arrojó al pez sobre el muelle, el animal abrió la boca expulsando el suspiro final de la chica y Suárez se lo tragó.